Con la agroecología otra agricultura es posible

¿Cuál es el rol de la población campesina en el mundo actual? Datos y reflexiones a partir del estallido social en Perú

Por Adriana Arce, Observatorio Qawarisun

Con el bloqueo de carreteras por las manifestaciones en diferentes departamentos del país, se ha registrado un importante desabastecimiento de combustible del cual todos los medios de comunicación informan. Sin embargo, ¿qué sucede con los alimentos? Si bien las ciudades no han quedado desabastecidas, los alimentos no han llegado a los mercados en la cantidad usual desde que iniciaron las manifestaciones1. Los precios de las frutas y verduras se han elevado considerablemente, duplicándose o triplicándose en algunos casos2.

Este hecho nos invita a reflexionar sobre la importancia de la producción campesina para el abastecimiento de las ciudades. Sí, esos campesinos y campesinas que muchas veces son ninguneados y discriminados en las ciudades, son quienes trabajan la tierra para que la mayoría de peruanos podamos alimentarnos. Según el informe “¿Quién nos alimentará? ¿La red campesina o la cadena agroindustrial?” -elaborado por la organización ETC Group3el 70% de los alimentos que consumimos son producidos por campesinos y campesinas de nuestros países4.

Foto: Mercado Vinocanchón. San Jerónimo, Cusco

En Perú la actividad agrícola representa el 25% del empleo nacional, es decir, un cuarto de la población peruana vive de la agricultura. Gracias a ellos, y a su sacrificada labor de arar la tierra, tenemos diversos alimentos en los mercados de las grandes y pequeñas ciudades.

Eduardo Zegarra, economista e investigador peruano, señala que, del total de campesinos, un 95% trabajan con sus familias en lo que se denomina “agricultura familiar”, con la cual llenan sus propias despensas familiares al mismo tiempo que abastecen los mercados.

Haciendo una comparación rápida entre la agricultura familiar campesina y la agroindustria, el estudio de ETC Group señala que la agroindustria está agotando nuestros recursos naturales al utilizar la mayor parte de la superficie agrícola y del agua dulce destinada a riego. Además, esta actividad utiliza más combustible fósil para la siembra y cosecha de alimentos, así como para su transformación, empacado y transporte.

Como vemos, las prácticas de la agricultura familiar comunitaria son evidentemente más sostenibles que las de la agroindustria. Adicionalmente, las comunidades campesinas e indígenas hacen un invalorable aporte en el mantenimiento y conservación del medioambiente, lo cual garantiza los servicios ecosistémicos que aseguran la continuidad de la vida humana.

Gracias, por ejemplo, al trabajo de los comuneros y comuneras de la Microcuenca Piuray Corimarca, en la provincia de Urubamba, la ciudad del Cusco puede abastecerse de agua potable. Ellos, a través de diferentes prácticas (reforestación, siembra y cosecha de agua, zanjas de infiltración, entre otras) aseguran la recarga hídrica de la laguna Piuray, a la cual consideran como una madre: mamacocha, la mamá que posibilita la vida.

Pobladores de la Microcuenca de la Laguna Piuray

Las prácticas agrícolas que constituyen la cultura de las poblaciones originarias son muy cercanas a lo que ahora conocemos como agroecología. Mantenerlas y reivindicarlas nos ayudaría, por ejemplo, a mitigar las consecuencias del efecto invernadero y adaptarnos de manera resiliente y efectiva al inminente avance del cambio climático.

Podemos concluir entonces que la importancia del campesinado no se restringe al abastecimiento de alimentos. Ellos trabajan día a día por la continuidad de la vida humana y, sin embargo, en nuestro país el 40% de ellos viven en pobreza económica5, además de sufrir históricamente de exclusión social y discriminación. Y actualmente se sabe que son ellos los más vulnerables frente a las inclemencias del cambio climático, a pesar de ser quienes menos emisiones de CO2 generan en su modo sencillo de ser y vivir.

Esta situación tiene múltiples causas, pero la más relevante es quizás la indiferencia y desidia del Estado por cambiar –o al menos “mejorar”- la situación de las zonas rurales del país. Estado que, en lugar de promover políticas públicas orientadas hacia la soberanía alimentaria y el buen vivir de los pueblos, incentiva la agroexportación y la concentración de tierras para la agroindustria, beneficiando un sistema agroalimentario nefasto que está depredando nuestros recursos naturales y atentando contra la salud humana y del medioambiente.

Tomar consciencia de esto nos puede ayudar a revertir la situación, por lo menos desde lo social y lo simbólico, haciendo frente a la indolencia del Estado. Escucharlos y legitimar sus demandas es un paso. La población de las urbes le debe gratitud al campesinado. Es inadmisible cualquier tipo de discriminación o racismo contra quienes están asegurando nuestra alimentación y las posibilidades de vida de todos.

1 Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración

2 Enlace del informe: https://bit.ly/3rcAdI1

3 https://rpp.pe/economia/economia/mercados-que-productos-subieron-de-precio-hoy-en-lima-noticia-1453207

4 Entrevista a vendedora del mercado de Ttio, en Cusco, el 15/01/2023

5 https://rpp.pe/economia/economia/informe-dia-del-campesino-en-que-condiciones-viven-y-cuanto-gana-un-agricultor-en-peru-noticia-1413888

Leave a Comment